Durante tres días la villa marinera de Laredo se traslada en el tiempo hasta el año 1556 para conmemorar y escenificar el desembarco de Carlos V en la playa de la Salvé, uno de los acontecimientos más relevantes de la historia de esta villa marinera. Las calles de la villa acogen un gran mercado medieval y muchos de los rincones vuelven a recobrar la apariencia que tuvieron cuando el emperador Carlos V pasó por Laredo de camino hacia su retiro en el Monasterio de Yuste.
El momento cumbre de la fiesta llega tras una salva de cañones, cuando el emperador desembarca en la playa del Salvé. Su llegada es objeto de un caluroso recibimiento con representaciones musicales y de baile y unas espectaculares justas en las que los caballeros demuestran ante el emperador su valor y destreza con la lanza.
Camino del Ayuntamiento, donde se celebra el protocolo de bienvenida, el Carlos V es vitoreado por el pueblo, que lanza flores y confetis al paso del monarca. Bailes, música y todo tipo de representaciones de época acompañan y celebran la estancia en Laredo del emperador.
Este desembarco es el acto central del amplio programa de actividades que, con el fin de conmemorar la efeméride, organiza anualmente el Ayuntamiento de Laredo, a través de la Concejalía de Festejos y Turismo, en colaboración con la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria.
En esta representación participan cada año alrededor de mil personas, entre actores y vecinos, quienes durante meses se afanan en confeccionar sus vestimentas para la ocasión.
Tras el desembarco, la interpretación de la salve marinera a cargo de la peña Tío Simón, y la tradicional loa del Emperador, Carlos I de España y V de Alemania, es recibido por las autoridades. A continuación, el monarca en compañía de su séquito inicia un vistoso desfile por las calles de la villa para llegar al gran mercado en la calle Menéndez Pelayo donde el Emperador y las autoridades presentes proceden a la inauguración oficial del mismo.